“No valores un diamante por su elegancia, su verdadero valor radica de su resistencia.”
Hay una actitud con la que naces o la adquieres con el tiempo por el hecho de cómo te trata la vida y que te hace adquirir esta actitud, la resiliencia.
La palabra resiliencia esta castellanizada desde una palabra inglesa que originalmente esta se usaba por la termodinámica. Varios autores y psicólogos como Michael Rutter que me gusta como la define, dice: “resiliencia como el fenómeno por el que los individuos alcanzan relativamente buenos resultados a pesar de estar expuestos a experiencias adversas”. En lo personal y de una forma más sencilla, yo la veo como el tiempo en el que “bailamos bajo la lluvia”. Es esa capacidad que tenemos de sobreponernos a las situaciones más duras, como esas noches oscuras llena de lágrimas y el rugir del silencio, días en que solo queremos renunciar a todo, hasta el punto de no querer despertar. Todos pasamos por distintas temporadas unas más largas que otras, pero a la final son solo temporadas y no son para siempre. Martin Luther King dijo alguna vez:
“Cuando mi sufrimiento se incrementó, pronto me di cuenta de que había dos maneras con las que podía responder a la situación: reaccionar con amargura o transformar el sufrimiento en una fuerza creativa. Elegí esta última”
¿y tú que eliges? creo de todo corazón en lo que no te pudo matar, te hará más fuerte.
Había una vez un hombre decidido a darse por vencido fue a un bosque para hablar con un anciano muy sabio. – ¿Podría darme una buena razón para no darme por vencido? Le pregunté.
-Mira a tu alrededor, me respondió, ¿ves el helecho y el bambú?
-Sí, respondí.
– Cuando sembré las semillas del helecho, que son plantas sin semillas vasculares y se destacan por sus hojas grandes y el bambú las cuidé muy bien. El helecho rápidamente creció su verde brillante cubría el suelo, pero nada salió de la semilla de bambú. Sin embargo, no renuncié. Hasta el cuarto año el helecho creció más brillante y abundante, en cambio nada creció de la semilla de bambú, pero no renuncié a él.
-En el quinto año un pequeño brote de bambú se asomó en la tierra. En comparación con el helecho era aparentemente muy pequeño e insignificante, pero al sexto año el bambú creció más de 20 metros de altura. Se había pasado cinco años echando raíces que lo sostuvieran. Aquellas raíces lo hicieron fuerte y le dieron lo que necesitaba para sobrevivir.
¿Sabías que todo este tiempo que has estado luchando, realmente has estado echando raíces? El bambú tiene un propósito diferente, sin embargo, ambos son necesarios y hacen del bosque un lugar hermoso.
Nunca te arrepientas de un día vivido, los buenos días te darán felicidad los malos te dan experiencia y ambos son esenciales para la vida. La felicidad te mantiene dulce, los intentos te mantienen fuerte y las penas te mantienen humano. Las caídas te mantienen humilde y el éxito te mantiene brillante… Si no consigues lo que anhelas ¡NO CLAUDIQUES! quizás sólo estés echando raíces.
No siempre las cosas son como uno las espera o las proyecta. he fracasado más veces de las que quisiera imaginar y sé que aún me queda por fracasar. seguramente tú también o lo estas viviendo, pero así es la vida. Lo importante es poder lograr adquirir esa capacidad de sobreponernos a las situaciones difíciles. porque como dice mi papa “de todo podemos sacar algo en limpio” por más que lluevan sobre ti los problemas, baila sobre ellos; no es fácil como tampoco imposible. A veces en la mejor posición que podemos estar es cuando ya no quedan fuerzas, es ahí cuando entra Dios tomando control y hace todo. La resiliencia puede ser innata o adquirida. Existen personas que parecen traer desde su nacimiento cierta capacidad para tolerar las frustraciones y dificultades de forma positiva saliendo airosas y fortalecidas después de haberlas vivido, pero también existe la posibilidad de que puedes desarrollar e incorporar esta capacidad. ¿sabes? Hay una esperanza a la que puedes abrazar y es JESÚS. No sé en qué situación te encuentras y que no sabes de donde aferrarte, pero el gran David el mismo que mato al gigante Goliat en sus momentos de días de lluvia expreso “mi alma se aferra a ti y tu mano me sostendrá”.
Te animo querido a que te mantengas firme y que adquieras la capacidad de sobreponerte confiando en quien es la única promesa fiel y eterna. Él no te defraudara en tus días de lluvia pon tu esperanza en Jesús, echas raíces profunda en la fe con él. Cuando confías en el no serás de lo que vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y van hacia adelante. Jesús va contigo y hará que bailes bajo la lluvia.
Tu amigo Nicolas Aranda. Dios te bendiga
Comunicador, coach y estudiante de kinesiología.